Pasaban los días y con cada minuto aumentaba las contradicciones; cada persona, cada suceso, no era más que un ingrediente añadido a esa amalgama de sentimientos y sinrazones. Una masa densa, viscosa, alojada en mi cabeza. Que comprime, que no te deja pensar ni sentir. Un agujero negro que absorbe todo lo que se acerca y te deja sin luz; ciega, incapaz de juzgar la importancia de tus actos, tus palabras, de lo que puedes o debes hacer…
Es obvio que durante todo el viaje la idea de volver a nicaragua es una constante. El país te enamora. Pero no es solo eso, existe ese odiado sentimiento paternalista que se dirige hacia el indefenso, el que se encuentra en desventaja en la lucha. Un sentimiento de sobreprotección que lejos de despertar conciencias adormece iniciativas con la esperanza puesta en el protector.
No podría decir que este fuera motor que movió a los cooperantes que antes llegaron hasta aquí, pero es cierto que en más de una ocasión se palpaba el sentimiento de indefensión, de necesidad y esperanza ante nuestra presencia.
Nada agradable, porque sabias que a efectos prácticos y a corto plazo poco puedes hacer. Pero ahí intentabas mantener el tipo, escuchando sus necesidades, sus proyectos y la falta absoluta de recursos.
Llegados a este punto todo lo aprendido sirve de poco y te quedas desnuda ante tu conciencia, examinándote palmo a palmo buscando algo que aportar que pueda mejorar una sola vida y creedme que no lo encuentras.
Y así regresas de nuevo a tu vida. Cargada de vivencias tan intimas, que significan tanto para ti, que es doloroso compartirlas. Nadie que no haya vivido esto puede imaginar el lazo que te amarra irremediablemente a los recuerdos y las personas que quedaron allí, personas anónimas que esperan que aquí seamos sus manos y su boca; la que muestren su realidad, su realidad sonora.
Se que mi compromiso era más que algunos textos que intentan reflejar torpemente la vida de algunas mujeres, pero también es verdad que no sabia lo difícil que seria revivir eso aquí; el proceso de aceptación de todo lo vivido tenéis que saber que duele. También se que el tiempo da perspectiva, que el camino es largo y esto solo acaba de empezar, quedan miles de proyectos que emprender y muchas luchas que ganar.
3 comentarios:
Tres meses...¡¡¡y qué tres meses!!! ni buenos ni malos, simplemente raros. Yo también os leo; lo peor(o mejor) es que no dejo de emocionarme con cada recuerdo que compartís.
Siento no haber compartido tanto ni haber participado en esa gran lista de cositas que enumeras. Pero todo lo que di fue sincero.
Os siento cerquita aunque los kilómetros nos separen desde mayo.
Muchos besotes y a la espera de dar y recibir achuchones de osito de peluche relleno de algodón.
Momentos de reflexión, dsd q te conocí siempre me impresionaron tus maneras de ver las cosas, de no quedarte solo en lo q veían tus ojos sino mas bien en lo q sentía tu alma, se q ese sentimiento a veces es difícil de llevar y q te alborota tanto por dentro q puede llegar a no dejarte escuchar tus pasos, pero sé q nunca se equivoca y si ahora te dice q es momento de meditar a meditar, pero...
Esther.. siento haberme perdido mucho, creia q habías aparcado el blog... pero me alegro de que no haya sido así. Sinceramente, y sin desmerecer a nadie, creo que tu trabajo ha sido uno de los mejores, porque te has metido hasta las entrañas, pa mostrar lo que era dificil de ver, y tu has sacao tus entrañas tb pa demostrar a todo el mundo lo que se siente... y llega, tanto que si llega... hasta el fondo. Sigue currando en esto, por ti y por ellas, por nosotras y por seguir siendo un ejemplo enorme que seguir. Un besoteee
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