viernes, 20 de junio de 2008

CORINA.


Solo bajar del bus allí estaba ella con su plácida sonrisa, tranquila, paciente... se acerca a nosotros y una frase de su boca sirve para apaciguar los ánimos;
"¿Qué problema tiene?"

Este fue el primer cambio en mi estado de ánimo que ella propició, fue como la suave brisa que precede a un huracán de emociones.
Cada palabra que cruzamos transmitía sabiduría, experiencia, ese conocimiento que se adquiere con cada experiencia que la vida te regala.Cualquier excusa era buena para pegarme a ella y absorber su energía.

La oportunidad llegó cuando termino el día y con el la actividad frenética que envuelve la rutina de esta mujer. Con un poco de suerte y con una excusa poco creíble conseguí hacerme un hueco en su cocina. Cuando llegué estaba tostando café, ese olor nos acompañó en nuestra conversación. Así es ella, como un café de sabor intenso, tostado de forma artesanal, lejos de la maquinaria capitalista. Es el café que te reconforta y te activa, que te despierta.

No fueron sus años en la guerrilla, ni la represión a la que estuvo sometida por parte de su pareja durante treinta años. Fue su capacidad para recuperarse después de cada tropiezo, su empeño por seguir luchando y no renunciar a su vida, aunque según ella esta actitud llegara un poco tarde
No es lo que ha vivido es como lo ha vivido, con lo que se queda y lo que desecha.
Me habló de su infancia truncada; los años en el frente; sus cuadernos llenos de lágrimas y frijoles; de lo difícil que es estudiar siendo madre, y esposa; de su reconocimiento como alfabetizadora, de la rabia engullida por renunciar a un sueño manipulada por el miedo enmascarado de autoridad.

La pintura era su forma de expresión natural y ahora no puede plasmar sus vivencias, renunció a ella por lo que algunos llamarían amor, yo prefiero llamarlo de otra forma.

"...algunas tardes, con la puesta de sol, siento nostalgia,
en esos momentos dejo salir lo que llevo dentro
y entonces y solo a veces vuelvo a pintar..."

3 comentarios:

summer dijo...

Hola Esthercita!!!
He empezado a leer tu blog por el final y...joder! lo que me he perdido.
Por primera vez encuentro un blog de alguien que no escribe sobre lo interesante que se cree. Nos das a conocer a otras personas para que todos las admiremos como tú. Y créeme que lo consigues. Que compartas estas vivencias con nosotros me hace sentir cobarde, pero por suerte, sigue habiendo gente como tú que me da esperanza para seguir creyendo en la humanidad.
Un millón de gracias.

Anónimo dijo...

No sabes las veces que habré leído esta historia, y las que me quedan. Jamás me cansaré de ella.

¡ Laura ! dijo...

Para Corina sobran las palabras...