lunes, 23 de junio de 2008

JACINTA.


Tu gesto te delató, vomitabas las palabras que engulliste fruto de un proceso adoctrinador que te impusieron por tu bien. Sin tiempo ni armas para interiorizarlo, buscabas con la mirada la aprobación de la líder del movimiento que aglutinaba a las mujeres de tu comunidad.
Después vinieron las preguntas ante las que no encontrabas respuesta. Era tan tenue tu voz, tanto que el mensaje no llegaba, al menos el que esperabas transmitir. Las palabras sonaban huecas, vacías de la fuerza que tienen por derecho; equidad, género, empoderamiento, lucha...
Solo tuve que esperar y la sospecha se hizo evidente; reparto de roles, moral, religión...
Tu mirada a ras del suelo, sin indicios de un inminente despegue, sin fuerza para alzar el vuelo...

Y es que es tan fácil juzgarte sin arrastrar tus viejas sandalias, cuando aparezco en tu vida, cuando un autobús me acerca a tu casa un día cualquiera en el que dejas tus interminables quehaceres para convencerme de algo en lo que tu no puedes creer, tantos años de represión no pueden desaparecer porque alguien te cuente que no debe ser así, yo se que lo intentas, yo sé que hoy no es posible...


Comunidad Campesina "La Garnacha". Nicaragua. Febrero 2008.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Una gran historia para reflexionar.