miércoles, 13 de enero de 2010

Reconozco que se poco de casi todo y mucho de casi nada.

Que de la gente “importante” solo me importan sus obras, y de las anónimas sus vidas.

Que he recorrido pocos caminos. Creerás verme parada o tranquila pero mis ojos permanecerán siempre abiertos y a cada paso que doy descubro algo nuevo que ayer no estaba, puede que por eso sea un poco lenta.

Exprimo cada segundo. Me niego a acumular experiencias como quien colecciona sellos... sólo quiero los que me traen nuevas cartas; de esas que son muy largas, que se tardan en leer y que nunca se olvidan.

No juzgo a la gente por lo que ha hecho o ha sido, sólo por lo que quiere ser y hacer. No me importa su pasado y mucho sus principios, tanto como los fines que les mueven y los medios que les transportan.

Mido distancias completas, por lo que no me impresiona el lugar donde se encuentren sino sé de donde partieron. Es una pena, pero la meta no está colocada a la misma distancia para todo el mundo.

No aseguro lo que siento o lo que sé. Me gusta que sea efímero y frágil; propicio al cambio, a la evolución. No soy la que era y espero no serlo nunca.

Me alimento de otras vidas y así crece la mía.